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Foto del escritor: VAALVAAL

Desde niños aprendemos que el afecto nos lo tenemos que ganar satisfaciendo expectativas de los demás..


Somos el resultado de una carga genética, de experiencias infantiles y de lo que día a día decidimos hacer con ambas.




Como sabemos desde que nacemos se comienza a recorrer una larga y difícil trayectoria de adaptación y educación que tiene como objetivo irse integrando "como es debido" en su correspondiente núcleo familiar, vecinal y social.

El recorrido es largo porque va a durar toda una vida, y es difícil porque implica adaptar sus necesidades a las necesidades del entorno de quien depende para supervivencia.


Hasta los 7 años ¡empezamos a tener uso de razón! (basado en el Desarrollo Cognitivo de Piaget) Esto significa que todos los aprendizajes, o mejor dicho las adaptaciones realizadas hasta entonces, no se dan por vía intelectual, mediante la comprensión y el razonamiento, sino por vía emocional, mediante el acercamiento-retirada, la aprobación-rechazo.

Puesto que nuestros pequeños "carecen de lógica", tienen que funcionar con la "lógica de la carencia". Así, si su forma de comportarse coincide con las expectativas y necesidades de los adultos, el resultado es el acercamiento y la aprobación. Si, por el contrario, el niño llora cuando "no tiene que llorar", come "lo que no tiene que comer", hace pipí "cuando tiene que estar seco" o no es cariñoso "cuando tiene que serlo", lo que va a recibir va a ser distanciamiento y rechazo. De una forma mucho más clara: si no te comes todo, "mamá no te va a querer"; si no te duermes pronto, "papá se va a enfadar"; si no le dejas tu juguete a tu hermanito, "no va a querer estar contigo nunca más", esto es chantaje emocional puro y duro, así vamos por la vida condicionando actitudes, comportamientos, amores, amistades y demás circunstancias que de alguna manera no convencen o no nos satisfacen a un tercero, llevándonos a crear personajes ante cada individuo de nuestro entorno.


Y así, generación tras generación, de la mano del chantaje emocional todos hemos ido vivenciando que el afecto y el acercamiento nos los tenemos que ganar a base de identificar, cumplir y satisfacer las necesidades de los demás.


Este es el origen de nuestra neurosis, la historia de nuestro carácter, el fracaso de nuestras posibilidades, la renuncia de nuestras polaridades. Así, vamos construyendo una forma de ser (carácter) al servicio de sobrevivir en un mundo donde no somos queridos por lo que somos, sino por cómo nos comportamos. ¿Grave? Pues la verdadera tragedia es, además, que nos hemos prostituido afectivamente, creando un personaje al servicio de mendigar la aprobación del entorno, y hemos terminado cayendo en nuestra propia trampa, creyéndonos el montaje, identificándonos con el personaje.


Somos un personaje, y si analizamos los dos conceptos fundamentales de este artículo, personaje y carácter, resulta que personaje viene de personae, y así era como llamaban en el teatro clásico a las máscaras que utilizaban los actores para salir al escenario, y carácter viene del griego kharakter, que viene a significar lo acuñado, lo grabado, lo impreso. Es decir, que el concepto de persona (je) te pone en contacto con tu falsedad, con tu apariencia, y el de carácter con la cronificación de esa falsedad.


Este es el drama, la gran mentira en la que todos participamos. Es la identificación con una estrategia donde nos creemos que somos lo que auténticamente ¡No somos! Como resultado del miedo al rechazo, al abandono, a la soledad, terminamos optando por una vida light, limitada, insuficiente, castrada e insatisfactoria. Eso sí, a cambio de recibir migajas de aprobación, para así poder encajar donde muchas veces ni si quiera lo necesitamos.

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Foto del escritor: VAALVAAL

¿Por qué buscamos pareja?, ¿por qué queremos ser padres?, ¿por qué queremos tener amistades?, ¿por qué ayudamos a la gente de nuestro alrededor? Si lo analizas, detrás de tus grandes motivaciones encontramos un beneficio propio, por pequeño que sea.





El ser humano debe quererse primero a sí mismo para poder querer de forma adecuada a los demás. Sin embargo, cuidar de uno mismo, en muchas ocasiones, se confunde con una idea egoísta, con una connotación negativa y no siempre es así, ya que hay diferentes maneras de entender y vivir el egoísmo.

El concepto proviene del ego, mediante la cual una persona se hace consciente de su propia identidad y se reconoce como un “yo”. El diccionario define la palabra egoísmo como: "excesivo aprecio que tiene una persona por sí misma y que le hace atender desmedidamente a su propio interés, sin preocuparse del de los demás" (Real Academia Española).


Egoísmo egocéntrico

Con una actitud que te aleja de los demás, te hace perder tu valor social y te acaba aislando emocionalmente de todos. La persona solo mira por sí misma utilizando a los demás en base a su interés y beneficio sin tener en cuenta cómo sus actos pueden repercutir sobre el resto. El ego es tan grande que la persona es incapaz de empatizar con quien interactúa, va construyendo una personalidad victimista y tiende a quejarse y a culpar a los demás cuando algo no sale como esperaba.


Definitivamente no estamos acostumbrados a pensar en los demás, somos egoístas y pensamos en nuestro propio bienestar, si algo me beneficia a mí, que los demás se las arreglen como puedan, pero eso sí, vivimos llenos de hipocresía y doble moral, ya que en redes sociales nos la pasamos "Ayudando", compartimos y denunciamos maltratos, abusos y demás, pero que hay de la vida diaria, del día a día, nos volvemos poco tolerantes con nuestros vecinos, amigos, padres, hermanos. Publicarlo es muy fácil, llevarlo a cabo no tanto, el criticar no es ayudar, culpar al tiempo, al "destino", al estado, al gobierno, no nos hace mejores personas, porque no estamos aportando más allá de solo culpar y victimizar.


Egoísmo consciente o neutro

Es importante dedicar algo de tiempo cada día para darnos lo que necesitamos y mantener así el equilibrio emocional. Necesitamos pensar en nosotros mismos para sobrevivir física y emocionalmente. Afirmo, que el ser humano debe quererse primero a sí mismo para poder querer de forma adecuada a los demás. A través de este egoísmo consciente, mejoramos nuestra autoestima fortaleciendo la confianza en nosotros mismos. El egoísmo neutro beneficia a uno mismo y no perjudica a otros, aunque a los que ama tiende también a beneficiarlos indirectamente.


Cuantos realmente nos conocemos, cuantos sabemos y estamos seguros de lo que queremos y no en nuestro día a día, cuantos al hacernos conscientes somos capaces de involucrarnos, de entender que al pensar en nosotros y cuidarnos hacemos lo mismo por los demás.


Egoísmo altruista

Hacer algo que nos gusta hacer y que, además, aporta ganancias para otras personas. Somos altruistas porque hacer cosas buenas nos hace sentir bien. Es propio de una persona empática, que sin dejar de buscar su bienestar, procura que al alcanzarlo no afecte a otros de manera negativa. Es capaz de dejar que otros reciban un beneficio primero cuando siente que lo necesitan más que ella.


Podemos entender que en función de cómo se mire el egoísmo, lo podemos entender como una actitud más o menos negativa, con diferentes grados de preocupación por el bienestar propio y ajeno.


Si de verdad tu intensión es ayudar, empieza por dejar de quejarte, deja de preocuparte y comienza a ocuparte, seamos solidarios por convicción y no por apariencia ante el que dirán los demás.

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Foto del escritor: VAALVAAL

¿Te resulta fácil convivir con otras personas? ¿Te gusta colaborar por un bien común?


La inteligencia es una de las capacidades que nos han ayudado a la supervivencia, los seres humanos estamos “programados” para “conectarnos”, nuestro diseño nos hace ser sociales.



La pertenencia  a ciertos grupos contribuye al desarrollo individual y colectivo, estableces vínculos con las personas con las que te relacionas, los cuales implican: coordinación, cooperación y muchas veces competencia; aspectos que han impulsado al desarrollo del individuo y las sociedades, en gran medida.


La inteligencia social, es la capacidad que tiene una persona para relacionarse con los demás de manera empática y asertiva. Ayuda a comunicarnos de manera efectiva, a saber gestionar nuestras emociones adecuadamente y a obtener un buen resultado como producto de nuestras interacciones sociales. La Inteligencia Emocional está muy ligada a la inteligencia social, ya que ambas incluyen la gestión adecuada de tus emociones para mejorar tus relaciones interpersonales, sin embargo, ésta última abarca otros aspectos.


La inteligencia social es la que nos permite tener en cuenta al otro y no guiarnos solamente por nuestro interés personal; es la que disminuye nuestro afán de poder, la que nos hace más solidarios y la que nos hace más fácil la integración a un grupo.

Las personas con inteligencia social tienen capacidad de empatía, pueden ponerse en el lugar del otro y ver las cosas desde su perspectiva; son capaces de aceptar otros puntos de vista y de involucrarse emocionalmente.


La inteligencia social lleva a participar activamente en todos los sectores de la sociedad, laboral, recreativo, cultural, deportivo, político o educacional; permite interesarse no sólo por el propio trabajo sino también por el progreso de la empresa donde se prestan servicios; sentirse bien en el lugar donde se habita; tener curiosidad por el pasado personal y por la historia del país donde se vive; trabajar en equipo; COLABORAR PARA MEJORAR EL MUNDO; ser solidario; ver a los otros como hermanos y no como enemigos; destacarse en lo que se sabe hacer para contribuir al proyecto común valorando la participación de los demás y no creerse imprescindible.

La inteligencia social desarrolla el sentido de comunidad y de pertenencia y hace posible identificarse con el entorno.


Desde que nacemos necesitamos la atención de otras personas, sus cuidados y ternura, así como su cercanía. El sentimiento de comunidad es una tendencia congénita de los seres humanos, pero que debemos cultivar. En general esta formado por los vínculos que nos unen con personas o grupos y que posibilitan la convivencia en armonía, el sentirnos apreciados y queridos, así como el aceptar, apreciar y amar a los demás. Ser sociables nos permite vivir mejor: inhibe el afán de poder, despierta el espíritu de colaboración, aumenta nuestra inteligencia.


Las personas inteligentes tienen en cuenta en sus actos el interés por los demás, a diferencia de las personas cerradas. El sentimiento de comunidad es inherente al ser humano y universal, y aquellas personas que lo niegan solo intentan justificar sus delitos (contra sentimientos y derechos ajenos) o sus resentimientos.

Se actúa con inteligencia social cuando se aprende a escuchar, cuando se deja de criticar y se aceptan a los demás como son porque se puede entender lo que piensan y sienten.


La sociabilidad no obliga a estar acompañado siempre y menos de mala gana, ni a complacer las necesidades de los demás. El sentimiento de comunidad autentico consiste en seguir conservando tu propia personalidad y libertad de actuación donde estés y con quien estés, de la misma manera la cooperación resulta positiva en términos de autodefensa, evitando que caigamos en la entrega desmedida a los demás, dejarse manipular y avallasar, a parte de ir en contra nuestros intereses, daña gravemente la autoestima y genera mucho sufrimiento.


Buscar tus propios intereses pero siempre con proyección social y humana, pensar en un futuro mejor para todos, es la mejor manera de contribuir al interés de la comunidad.



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